Un "Zoom" en la revolución.

Testimonio narrado en primera persona de las protestas el día Miercoles 11 de Junio.
Parte II La segunda mitad de la marcha y una abdicación fatal.

Dijeron también cosas para que creyéramos en lo que estábamos haciendo. Cosas como que era una lucha por los derechos, que había gente que se llenaba los bolsillos y eso era lo único que les importaba, que esa era la clase de gente que gobierna este país, etc. Lo creo todo. Y es verdad. Ahí también lo creí. Dijeron, una vez más, que no nos bajaramos de la calzada, que lo que hicieramos, lo hicieramos dentro de la plaza. Ahí estábamos cuando mi hermano me llamó. En la costanera estaban tomando detenidos, cosa que yo había visto con mis propios ojos. Las chicas alegaban porque habían tomado a [nombre de alguien que no me acuerdo] y no había hecho nada, que era injusto. Alguien por ahí dijo "podríamos gritar algo" y comenzaron los coros de los cuales pocos de ellos participé. Algunos bastante cómicos. También salté, lo hice porque quería y porque si no, sería empujado por la masa. Yo, al ojo, contaba 500 estudiantes, saltando y gritando por la plaza de la república, vigilados por millones de pares de ojos, unos recelosos, unos pensando "ay, estos niños", unos cuestionados, otros enfadados, postulando que la situación era incontenible. Las cámaras iban y venían. ATV, CHV, C13, TVN. Otros sacando fotos para el diario. Todo era muy bacán y por ese instante teníamos la atención de los medios y Valdivia sobre nosotros, cosa buena porque al fin la gente iba a conocer la causa de tanta toma, marcha y ausencia de clases. Dijeron que íbamos a acordonar la plaza con gente, todos tomándose de las manos. Nos tocó ganarnos al frente de La Polar. Conversamos sobre que iría a pasar, tratando de cubrirnos la cara o mirar para otro lado, o escondernos detrás de alguien más para escapar de las cámaras que centileneaban el lugar. Las tortugas parecían congeladas, ahí, mirándo y velándo por el orden público. Se juntó un grupo de gente en un lugar, y cuando la cosa del acordonamiento ya había funcado, nos acercamos a cachar qué onda. Decían que era un aviso importante, que si lo decían como todos los demás los pacos los cacharían. Decían que nos bajaríamos de la plaza, pasaríamos frente al McMuerte y por la otra plaza, para llegar a la costanera y tomarnos el puente, al contrario completamente de lo que los pacos nos habían dicho. Pensé que quizá ya era hora de irme, que ya habíamos logrado gran parte de lo que queríamos y que lo demás era puro radicalísmo. Que no era necesario llegar a más. Hasta ahí estaba bien para mí, un simple estudiante que llevado a la idea de lograr quizá un país mejor, con buena educación para uno y para los demás, idea que encontraba que era buena y que me inspiró a levantarme a las 7:17 de la mañana, irrumpiendo con el sueño que había tenido durante 2 semanas para ir allí y decir, a lo menos en 2 o 3 años más que estuve ahí y que participé de la vo-lá. Y les dije a las chicas que estaba bien, que no iría, que chao, nos vemos, besos, saludos, cuidados, etc. Me quedé, un tanto más relajado que antes porque encontraba al menos que ahora velaba por mí mismo y no por dos o tres personas más. Idea un tanto estupida pero debo aceptar que la tuve y que me sentí más relajado. Las ví alejarse, 2 o 3 metros, taparse con la multitud, y luego correr. Habían llegado a la calle y corrían por ella. Las bocinas de las motos verdes, las sirenas de la micro, etc. Las tortugas avanzndo. Me quedé ahí, con la idea de que todos se irían y que la plaza sería de nuevo el típico lugar valdiviano atestado de tráfico. Caminé lentamente, como esperando a que eso sucediera. Conversé con gente que conocía. Decían que se les hacía ir, pero al final igual siguieron a la masa. Me quedé solo. Ya ni habían tortugas. No estaba el guanaco. No había ni camiones, ni motos ni patrullas. Ni camarógrafos, ni nadie que saltara o gritara algo. El escenario había vuelto. Yo, sintiendome realizado, respiré profundo, relajado, pensando en que me había pasado cualquier rollo y que contaría algo al llegar a la casa. En que me había salvado de todo. Ingenua idea... Estaba en la esquina de Hush Puppies, así que me metí la mano al bolsillo, calculándo la circularidad de dos monedas pequeñas y una con por la razón o la fuerza escrito en esa redondez. 120. ¿3 o 9...? ¿Arauco o Independencia? Definitivamente Arauco y 3. Caminé, pensando en esos diálogos del Dr. House, en la música de La Vida es un Milagro, en el viaje de Alicia... El sol había salido. El suelo estaba húmedo. Pareja de estudiantes. Grupo caminándo...
Todo ese momentum pensativo que cada cual tiene para caminar, un mantram para aguantar la ciudad, fue interrumpido por el salpicar de un agua a presión, a unos 50 cm frente a mí. El tiempo se detuvo. No sentí nada en ese espacio vacío del contínuo tiempo-espacio. Reacciono. No crean que me paralicé; fueron solo unas décimas de segundo. Era el guanaco. ¿De dónde rayos vino? Y cierto es que los guanacos no tiran solo agua... Quizás el profuno miedo que me asaltó en ese instante, lo inexperto en la vida que soy, el ser una estudiante más, que nace, crece, aprende y olvida, que come y que disfruta una tarde de estar frente a la pantalla del computador, de amar la música que entra en sus oídos y sale expresada en partículas electromagnéticas del amplificador de su guitarra, me llevo a tomar la imbécil desición de correr por mi vida. Corrí hacia la esquina del Banco Chile. El guanaco me siguió. Corrí hacia Picarte. Me volvió a seguir. Aquí pensé que tenía que mirar para donde iba para huir con éxito, y el maldito vehículo me siguió nuevamente. Me mojó la espalda directamente, harto rato, dejándo que el resto de la ignorante agua cayera a mis lados, el rocío, y que se me llenaran los lentes de agua, y cosa que sumada al sol, que recordemos que había salido y me daba justo de frente, me imposibilitó en lo absoluto ver lo que había adelante. Trampa. Cobardía. Ya me había arrepentido. Ya quería irme para mi casa. Ya quería ser un simple civil nuevamente, sin representar a ninguna institución. Trampa. Cobardía. Se aprovechan porque tienen un carro que tira agua. Cuando me llevé la mano a la frente para poder ver el Narrow Way* adelante, ya era muy tarde. 7 tortugas alrededor mío. Sería inútil correr, alegar, insultar o defenderse. No conseguiría nada. Me subieron de los brazos a la micro, con sorprendente amabilidad, así como guiándo a un cieguito que no tiene cresta idea donde está. Quizás porque se dieron cuenta de la vuelta estúpida que dí corriendo, de que usaba lentes, de que no me resistí de forma alguna... Adentro había dos sujetos más, a los que traté de hablar para relajarlos a ellos y a mi tambien. Era extraño, pero no estaba taaaan asustado. Estaba nervioso, pero era el típico miedo a lo desconocido, algo humano, natural y común. Sabía que mis padres me apoyaban, cosa que me relajaba enormemente, sin dejarme casi motivo para asustarme. Me llamaron mis hermanos, mi papá, 2 veces, diciéndo que me relajara, que me iban a ir a sacar... Uno le habló al paco que estaba ahí parado, quien le dijo que iríamos a la 1º Comisaría al lado de la Escuela España. Tanto miedo a lo desconocido, que hasta el emplear la palabra "comisaría" o "detenido" o "desorden público" era algo completamente ajeno e inalcanzable para mí. Se fue llenándo la micro. Luego nos subieron a un camión. Reconocí a 2 niñas de mi mismo liceo, a las que hablé y me dijeron que estaban en La Polar en la protesta y que tenían miedo a bajar porque creían que las iban a tomar. Cuando vieron que se fueron todos, bajaron. Todos decían lo mismo que yo. Habían 2 o 3 que decían que estaban gritando e insultando, alegando que los habían tomado del cuello largo rato para poder calmarlos y subirlos a la micro. Que les habían pegado de múltiples formas, etc. Hasta el señor que limpia los zapatos compartía espacio en el camión con nosotros. Por cierto, el camión era horrible, con dos fierros de mala muerte en cada lado para que nos sujetaramos, con un suelo oxidado y embarrado que se hundía cuando lo pisaban. Subían niñas llorándo, tipos exaltados, 2 señoras, y gente sin resistirse igual que yo. Tanta la exaltación, que el que estaba al mando del camión lanzó amenazas como "vas a ver" o "como te llamai"**, etc. Nos llevaron a la comisaría. En un calabozo compartimos alrededor de 5 horas de pie. Nos preguntaron los nombres, nos corrieron como animales, nos dijeron que nos habían detenido por blablabla, etc. Cuando salí lo único que quería era sentarme. Sentarme y pensar en otra cosa. En como tendría que contar la historia mil veces más. En eso y nada más.
______________
*The Narrow Way. Canción de Pink Floyd que trata de que el personaje se pierde en un bosque, que anochece y que hay monstruos que lo acechan.
**Esa, leyéndola así no más, no parece una amenaza. Lo amenazante era que querían saber tu apellido, para después buscarte o buscar a un familiar tuyo que tuviera que ver para joderlo.

Comentarios