Healty I "Las leyes del azul"

Despierto. Las ideas se cruzan en su mente. Es hora de levantarse y el frío lo hace, por supuesto, imposible. O quizás más difícil. Tirita, pero no de miedo. De nerviosísmo, pareciera ser. Es un malestar muy constante el tiritar. Te hace sentir enfermo, pues te trae recuerdos de algún lugar en tu infancia, donde padecías de fiebre y estabas imposibilitado. Es ya tarde. 6:10.
-¡Arriba..!-
Afuera de la ciudad, en una casa localizada justo a un lado del cerro, donde no caen los riachuelos producidos de la lluvia y reactantes de una inundación. Las plantecillas crecen en la tierra y mantienen su humedad. El atardecer es específicamente inspiratorio. Pero ahora es de mañana y ya es un poco tarde.
El baño está frío y congelado. La puerta cruje, al igual que las llaves. El óxido aun no aprovecha los vestigios de la era de las industrias, pareciera ser. El agua, sin embargo, es más helada que cualquier cosa y sobre todo a esa hora de la reciente ex-madrugada. Al enfrentar el pequeño mundo hogareño se siente el calor vivo de la existencia humana, ese que te permite caminar y pensar, entre un sin fin de cosas más. Sigue siendo tarde. La tardía nunca pasa. Algo rápido y sin más desganos. Nada de sabor, es que a esa hora de la mañana sigues durmiendo y aún no son reactivados los sentidos. Es probable que ya no alcance el bus, pero con algo de suerte...
Se apura y luego toma el dinero, lo necesario para dos pasajes, un café, un chocolate, los 100 que le pedirán y los otros 100 para algún telefono en desuso a las 10 en punto. Sale de su casa.
Afuera todo está azul. Las plantecillas saben como afrontar ésto, y almacenan todo lo amarillo del sol, quedando verdes a la mañana, pero nunca azul. El frío se complementa con el azul. Soon the blue, so soon. El bus está ahí, abordando almas con espíritu pingüino-laboral. El pasaje, el boleto, el asiento. Siempre la misma secuencia. No es, para nada la primera vez que pasa por esto. De vuelta al sistema moderno, a ver caras presentables y manzanitas con sus respectivos cuatros. Es probable, aunque difícil, que esta vez haya algo de suerte, pero nunca se puede esperar tanto.
El bus da unos brincos y comienza su ida al hell de la ciudad. Es una suerte ser ventana para él, da un sentimiento reconfortante el ver pasar las hojas de los árboles y unas cuantas bicicletas, y sentirte tú más rápido. No vale la pena mencionar los animales ni los autos, porque se volverán a ver uno tras otro, y uno tras otro y así y así hasta que llega la hora de volver al transportador de almas. Se propone siempre a estudiar en el viaje; más que mal es un poco más de una hora la gracia. Pero no. Alcanza para unas cuatro canciones progresivas, una galleta y unas cuantas selecciones, pero nunca para un párrafo o una simple línea.
Llega el hell. Llega hacia uno, no uno hacia él. Llega el azul gris de los campos de pavimento. Las ofertas y la gente corriendo. Las micros llenas... es una suerte comprar tu puesto e ir cómodamente sentado. Lo urbano-nocturno deja de ser. El establecimiento educacional formal yace a unas cuadras del lugar. Es probable que ya haya abierto sus puertas, aunque es un poco imposible. Lleno el maldito centro... Es de suertudos tambien en que el día lunes sea hasta pertinente llegar un poco tarde. Unos cinco o diez minutos. Para saltarse los saludos protocolares que no van desde emisor a receptor, sino de sistema a insiminicupitre. El fucking liceo tambien está azul. Pero cuando él llega, sale el primer rayo solar, que, mezclado con las hojas, hace del amanecer una musa inspiradora tambien. Se pueden escribir cien odas al primer rayo solar, pero una imagen vale más que mil palabras. Ser fotógrafo está entre sus opciones académicas. Pero dentro del liceo ya no hay exterior más que una ventana que custa abrir por el polvo y los hogares de araña dispuestos a la destrucción. Llega y todos lo miran, como que van a decir algo pero no se atreven. ¿será que no lo conocen suficiente? ¿será que ellos tampoco aún despiertan? ¿o que acaso ven el brillo azul del amanecer, el maldito amanecer, que ha impregnado sus ropas y ha quitado lo verde de tan preciadas y útiles prendas? No. Es sólo que... no. Ya no hay mas descripciones. Te enfrentas a una sociedad enferma. No te contagies por favor. No entres en su circulo. No te mezcles ni muestres tus debilidades. No muestres sonrisas ni señas de ser acariciable. No hables. No mires mal. Cuida tus palabras. Ésas son sus leyes. Ellos son los que tarde o temprano recibirán su castigo y no tú. No. No. Y por tercera vez, no.

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