Capítulo II: "Módica Suma"

Ya dejó de estar todo azul.
"Al menos el sol, aún débil, continúa progresivamente saliendo de su estado en el que no lo vemos. No me atrevería a decir "dormido", porque para algunas personas es ahora el mediodía. El sol nunca duerme. La ciudad tampoco. Uno es el único ser que se cansa de caminar y de pensar, pero hay algunos que no lo hacen. Es difícil de creerlo, pero es así. Sin embrago, hay tambien millones que se nos unen en un descanso nocturno de ocho horas, las que nuestro "yo" pasa y se mezcla con el líquido negro y se revuelve y produce sueños incomprensibles, indecifrables, producto de esa acuosa mezcla virtual que se crea en el cerebro. De las personas que duermen, no hay ningna todavía que funcione correctamente bien al 100% de todas sus funciones intelectuales. Es probable que les afecte aunque sea en eso la falta del descanso que uno tiene. Algunos se entregan a los vicios como el alcohol y las drogas. Todos dicen que las drogas son malas y es por eso que nos aburrimos de escuchar esto mismo una y otra y otra vez y probamos el polvillo..."
Todas estas cosas pasan por la cabeza de un distraído a la clase de Inglés. En efecto, el sol continúa progresivamente saliendo, y el primer día de la semana marca su inicio. Como gustan esos viernes por la tarde. Pensaba en todo esto para dejar de lado los comentarios en vano hechos por "esos enfermos". Existe tambien el vicio de la lejanía de los demás. A veces, es entendible; uno quiere estar solo y se aleja, pero no es un estilo de vida. Definitivamente no. La paranoia se apoderó de su vida y no lo dejará ir. Es un ser apartado. La sociedad es algo con lo que tienes que vivir, y si, estarás resfriado algunos días, pero no será el resto de la vida. No es importante caerse, lo importante es saber ponerse de pie nuevamente. Todas esas parábolas, los golpes marcados en el escritorio, la cortina asombra con su esplendor a la luz del sol, no hay golpes en los rostros, sino en los corazones. La gente al debilitarse se fortalece. Eso dicen los más. Pero a los alumnos solos no les importa eso.
Es una de sus reglas no hablar, pero por supuesto hay excepciones en todas sus reglas. Eso pasó justamente esa mañana. Tan simple... Una goma en el suelo y la Pepa pidiendosela... Normalmente no hablaría, pero esta vez era necesario. Siempre mostró una posibilidad de afecto hacia Pepa, pero sus malditas reglas se lo impedían.
-¿Pasame la goma, porfa?- en tono amable en exceso.
-...
La goma, una mano que la recogía, y que la entregaba en la de la Pepa. Sus guantes blancos se combinaban con el ex-azul del cielo.
-Oye, tan callado que eres siempre, eh-
-...
-Si no pasaran lista jamás sabría tu nombre
-...
-¿Tampoco hablas nada en tu casa?-
-...
Muchas preguntas. Ya era suficiente, una más y...
-¿Y por qué ni me hablai?
La pregunta del millón. Una módica suma.
La Pepa lo interrogaba a fondo y él nunca decía nada. Suerte para él que el profe interrumpió todas las conversaciones con un reglazo en la mesa.
Materia y materia. Mirar por la ventana sería el fin de todo conocimiento. La tinta sale del plumón, queda plasmada en la pizarra, la luz lleva sus partículas de colores por frecuencias, el ojo las percibe, produce un almacenamiento en el cerebro, formando miles de comentarios en el subconsiente. Siempre es así. Lamentablemente el subconsiente es gigante, un universo que pesa 1,5 kilos. La información se mezcla por todos lados, en esa masa difusa que queda del sueño. El pizarrón resplandeciente, las explicaciones y las almas callejeras. La Pepa sentada...
"Nunca va a hablar"
"Nunca va a hablar"
"Nunca va a hablar"
"Nunca voy a hablar"

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