Literatura Frikeada


"A orillas del río, oculta por el pajonal, una mujer está leyendo. Érase que se era, cuenta el libro, un señor de vasto señorío. Todo le pertenecía; el pueblo de Lacunamarca, y lo de más allá y lo de más allá, las bestias señaladas y las cimarronas, las gentes mansas y las alzadas, todo; lo medido y lo baldío, lo seco y lo mojado, lo que tenía memoria y tenía olvido.

Pero aquel dueño de todo no tenía heredero. Cada día, su pesada mujer rezaba mil oraciones, suplicando la gracia de un hijo, y cada noche encendía mil velas.
Dios estaba harto de los ruegos de aquella pesada, que pedía lo que Él no había querido dar. Y al fin, por no escucharla más o por divina misericordia, hizo el milagro. Y llegó la alegría al hogar.

El niño tenía cara de gente y cuerpo de lagarto.

Con el tiempo el niño habló, pero caminaba arrastrándose sobre la barriga. Los mejores maestros de Ayacucho le enseñaron a leer, pero sus pezuñas no podían escribir.
A los 18 años pidió mujer.
Su opulento padre le consiguió una; y con gran pompa se celebró la boda en la casa del cura."

De Eduardo Galeano, "El Lagarto que tenía la costumbre
de cenar a sus mujeres", en "Las palabras andantes", Santiago 1966.

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