Lluvia de/e ideas

El Mal del Mundo o el azar del Universo.
Hoy: "Ideas que se van"

El azar del universo, ayayay, maldito azar. Algunos ganan, otros pierden. Otros crean y otros destruyen. Unos destruyen lo bueno, otros lo malo; unos lo que sirven, otros lo que no; otros lo que hacen (porque destruir no solo es hacer explotar o asesinar algo), otros lo que otros hacen; unos lo de otros, otros lo propio.
Si se pone a pensar uno, que la vida se pasa volando, que más cosas se rechazan que las que se aceptan, llorará por el mal del mundo, el rechazar las cosas útiles para los otros. Dios les da pan a los que no tienen dientes, dijo un forero, quizá enojado, quizá amargado, por las desdichas de su vida.
Cálida desdicha la de no tener, flaco favor el de tenerlo todo; el no tener te prepara, para lo que vendrá despues; destrucción, rechazo... y sólo una parte quedará para el mañana.
Unos queman lo bueno; en este caso, ¡maldito sea el fuego!. Leña y chimeneas, poemas y ensayos... Llamo a este blog "la chimenea" a veces, queriendo y creyendo que todo lo que arrojo aquí es desperdicio.
Oníricamente todo en el universo se equilibra. "Una puerta se cierra, algo pasa volando". La mente es la que se cierra, y ese algo, algo es. Una idea arrugada y cuadriculada. Desperdiciada y rechazada. Destruída, al fuego va y en cenizas será mañana, otro cálido recuerdo frío de ese día melancólico de invierno.
Tengo mala suerte -y me quejo con mucho gusto-, que me lleva al mal del mundo. Mal es, porque la reflexión siempre viene después. El poder recuperar, se pierde, porque el poder aceptar, se rechaza. Al fuego irá a parar este mal del mundo, esta cálida desdicha.
Todo en el universo está en equilibrio. Si un pájaro intenta volar, dejar el nido para aprehender el sueño humano, uno de éstos fracasa en algo. Si es por esto, miles de pájaros han volado en el universo. Quizá todo se descargue en mí, o todo se descargue en tí. Para mí, me quedo más con el yo; y no me llamen egocéntrico.
Todo en el universo está en equilibrio, porque, maldita sea, que mala suerte tengo. El fuego, el agua, la tierra, el aire, están en mi contra. Queman mis ideas, mojan mis ropas, me atan a ella y me veo obligado a estar en su presencia. El fuego, el agua, la tierra, el aire, están a mi favor. Me quitan del camino estas ideas rechazadas a ser aceptadas y me nutren, me dan dónde caerme muerto y me acompañan toda mi vida.
El mal del mundo me aplasta siempre con todo su poder. A veces indirectamente, otras, directa. Maldigo las directas tanto como a las indirectas. Directamente me dice en la cara que me equivoqué, que soy un inmaduro humano -al igual que toda la especie- que rechaza lo que debe ser aceptado, que quema lo que debería estar en un pedestal, que se deja llevar por el rechazo e inconcientemente abandona la reticencia. Indirectamente me dan el lucro psicológico de estar bien consigo mismo por tener la idea en el pedestal. Pero despues me lo quitan, cual habitante de la cueva, que, una vez conocido el exterior y haber visto la luz, es obligado a volver a las penumrantes rocas.
Uno vale lo que vale, y esto es mucho. Es generador de ideas; gran mérito. Así como crea, destruye, pero crea, al fin y al cabo; no hay ser sobre la tierra que tambien lo haga. Aunque tu idea sea mala, más vale hacer el intento, porque nada se pierde ni nada se gana, y si se gana, se vence de una buena vez al mal del mundo, al desconsiderado, inconciente e inconsistente mal que otorga nada más que cálidas desdichas, gélidas de desgracia, que atacan a veces por la espalda y otras de frente.
Fuego, elemento de destrucción no tiene la culpa, la tiene invalorable mente humana que atrae todas las cálidas desdichas que nos acosan día y noche, que nos nutren y nos queman, matándonos poco a poco. Quizá el pájaro, inconcientemente sabe que al aprehender el sueño humano, logrará la vergüenza de uno de ellos.
Creo en el perfecto desorden; en la eterna entropía. La desdicha no es más que ausencia de organización. Nada vale más que la mente humana, analizante incansable que lo mejora todo. Maldito perfeccionísmo, que siento que ya no me deja nada para el mañana, que ya está todo inventado. Qué más puede aportar uno, porque, si ya es acosado por el mal del mundo, las ideas que se van vienen una y otra vez, para ser rechazadas, para ser quemadas, para ser mártires del sueño humano y su aprehencia plumífera, de la condena al papel cuadriculado y al fuego, cuál cárcel, cuál hoguera.
La vida se va y el mal del mundo se va consigo. Maldita sea, siento mi corazón hinchado al saber que, el hecho que se vaya el mal del mundo, que nos deje libres de ser acosados por tantas ideas condenadas, tantas cálidas y gélidas desdichas y humillaciones pajarísticas, tambien es un acto de su maldita avaricia por poseer toda mente humana. Uno aprecia al mal del mundo una vez que se ha ido. Uno quiere padecer de él. De salir de la cueva y ver la luz, aunque se vea obligado a regresar a ella. Uno quiere poseer de nuevo esas ideas que se van. Uno quiere padecer del mal del mundo. Uno quiere condenarlo a la cárcel y a la hoguera, y vivi el ciclo una y otra vez más.
Fin.


Texto por mí (C) 2008
Dedicado a todos mis amigos que están luto.

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