Literatura Frikeada


"Can you get some food?"

"Volvemos en un rato más". Portazo relativamente dado por el viento y en parte por la voluntad. Y qué dolor de cabeza, así como de trasnoche. Es por trasnoche. No viene al caso recordar qué pasó ni a qué hora me dormí. Las sábanas son ese tipo de refugio, que, en conjunto con las persianas claras en un día completamente despejado, comienzan a calentar el ambiente hasta hacerlo sofocante, insalubremente insoportable. Me levanto. Tomo el poco desayuno que hay. El gringuito me mira. Ha tomado desayuno hace más de dos horas. Y yo aquí, recién levantado, reponiéndome y aún despertándo. Recuerdo por qué el corazón lo tengo acelerado, cual yunque invisible. Tranquilo-nervioso, perdido pero con una lejana oportunidad. Triste, pero no saber por qué. He cerrado los ojos, he soñado con quizá qué cosa que no recuerdo, pero no, no he descansado. Hace días que lo dejé de hacer.
"There is no food left for lunch".
"Llour dem raigt" le respondo, flaitemente, recordándo que claro, no hay comida para el almuerzo.
"Can you get some food, please?".
"Ai güil duit after dis. Bat der is not mach monei"
Levanto la mesa, arreglo, ordeno, [cosas que se hacen entre el desayuno y el almuerzo], y reúno dinero para ir a comprar comida. Con 2 lukas poco alcanzará.
El músculo central se pone así cuando algo ha pasado. Tanto color que le ponían en la infancia, ya ahora resulta que es verdad todo ese color. No cuesta nada sonreír porque si, diciendo que no pasa nada, pero en realidad, qué no pasa. Suicidable.
La micro trae recuerdos de la "época escolar". Pero la temperatura y la hora del día lo hacen confundible y obviable. Es lo que pasa por subir a bordo con tanta ilusión, con esa delicadeza ingenua, con ese afán de nada más vivir y no tener conciente que es vida, maldita sea. Que crecemos en algún punto, que teníamos que hacerlo. Y que coincidió, nada más. Ahora le vendría bien un consejo. Subir a bordo con esos sentimientos es lo peor que hay. La micro me llevará a la metrópolis, a donde se conjuga el verbo, donde se pone en práctica, donde caen muertos los perros con tres patas por el hecho de la selección natural. Y existen las frases como suelo inmundo, frío consuelo, noche, naranjo malicioso, pero no vienen al caso porque no estoy ahí, en el paradero, donde pensé en tí y llegué a casa a pintar un cuadro donde te ví como un sol rojo. Estaba el diablo en el cuadro y tú lo alejabas. Yo era el perro azul, el único azul del cuadro. Podría haberse titulado "El sol rojo", "Camino al sol rojo" o "Nunca dejé de caminar hacia el sol rojo". Entremedio del supermercado, me detengo un solo momento a pensar en eso de que el hormiguero es un sistema neoliberal que funciona nada más, donde el músculo cuelga como recuerdo en los museos y donde no es necesario tener estos flash-backs para comprar lo que sea con 2 lukas. Camino como zombie. Los pies a la rastra. El corazón pesa demasiado. Me perdí. Volveré pero ahora ya no estoy felíz. Los colores se acabaron. "Can you get some food?" Claro que puedo. Pero al ir, recordaré todo. Tú no entiendes, gringuito, eres chico. Ni entiendes lo que escribo porque no es tu idioma. Ya será, pollo con arroz. 2 lukas y algo. Hay una fila enorme...
La presión me estalla en la cabeza. Siento con detalle, la medialuna, la arteria aorta, los ventrículos, el miocardio y todo eso. Las arterias coronarias guardan este pesar. Estoy empezándo a sentirme enfermo. Mi cabeza, oh mi cabeza, qué loko. Y morado por lo demás. Estrellas van y vienen. Pitidos, primero en Do, otro en Fa. Y qué morado. Cada vez escucho menos, y veo, con la lengua pesada. La presión, el pesar, la comida, la fila, el calor, el pitido, la lengua...
...
...
"Nou, ai quent guet som fud"

Comentarios