Lluvia de/e ideas


Recostarme ahí un rato suponía uno más corto de lo que fue. En realidad, fueron tres ratos, según lo que alcancé a ver. Quizá la mezcla de un cansancio físico, tras un supuesto esfuerzo del mismo tipo; con la promesa de aburrimiento para lo que quedaba de la tarde; con el haber dudado un rato de la existencia de uno mismo, creer que uno existe porque hay alguien imaginándote, soñándote o acordándose de tí, y la supuesta paranoia de "qué puede pasar si te olvidan, si el soñador despierta de su sueño", todo esta mezcla difusa, que se va con los colores de los párpados cerrados, asustándote, tranquilizándote, psicodelia serena, calmando tus impulsos de dejar de ser embrión y nacer de una vez por todas (tal vez por eso dormí en posición fetal). Soñé, tres cosas distintas, como tres puntas de un triángulo; como tres partes de un árbol, raíz, tronco, hojas; conjugándo oniricamente tres emociones distintas, impulso, reflexión y acción; o quizás, rabia, felicidad y tranquilidad. O emoción, razón y el tercer pedazo que sería la inconsecuencia humana. Esa inconsecuencia que nos hace hablar, pensar, filosofar de la vida, buscar el cielo y el infierno. Creerse sólo y abandonado. Creerse distinto. Creerse especial. Creerse menospreciado. Creerse botado, sin valor, lleno de vida, enormemente alegre, cuando tan solo son necesarias unas pocas palabras para que todo se venga al suelo. Creerse vivo. Y dudar de su propia existencia. Cometer errores, arrepentirse y sentir ganas de llorar al hacerlo. Y sentir ganas de llorar al recordar cosas. Y buscar, vagándo, encontrándo sin confesar esa búsqueda. Separar todo en dos simples polos, bueno y malo, cuando todo lo que existe es entropía. El desarrollo de todas las posibilidades en su máxima expresión. El azar, el destino, la consecuencia, la coincidencia, todo reside en la entropía, en cada posibilidad distinta. Entonces ni yo escribiéndo ni tú leyéndo, hablándo español, somos más que posibilidades distintas. Es por esto que me condenaba apelándo a la diferencia. Ser distinto no es ni bueno ni malo, ni primero, ni segúndo ni último, ni mejor ni peor. Es ser diferente. Es ser una posibilidad que no se detiene ni siquiera en su máxima expresión. Que vive, que se mueve, que en su interior tiene esa llama de la vida, que crea, que inspira, que es fuerte y eso es lo que importa. Tan solo es necesario mirar en el interior para encontrarla. Esa, ésa es la condición humana. A eso se debe el arte, el amor, la religión, la política, la rabia, la felicidad, la ira, la guerra, la paz, la razón, los sueños, las dudas, la niebla, la utopía, las almas batallándo en un solo interior, la vida siendo sueño, el lado oscuro de la luna, el eco bajo el agua, donde la historia termina donde empezó, la danza de la eternidad, Kobaïa, la parábola, el espiral, la aenima. Todo, y también, nada. Porque es todo, es nada también. No hay un sólo órden. Y nosotros somos "el" órden.

Como sea, soñé, en primer lugar, no un suceso, sino una emoción. El haber hecho graciosamente algo malo, algo incorrecto, pero qué ganas de hacerlo, a modo de demostrar la inconsecuencia del sistema, la falla, tú ser la oveja que se escapa un poquito del rebaño, solo por desobediencia, por curiosidad, pero qué ganas daban de hacerlo.
En segundo lugar, un caracol muerto, disecado, se contenía en una caja de vidrio. Cuál caracol, vestía un caparazón de caracol, tenía esos ojos a modo de proyección que suelen tener los caracoles. De pronto comienza a moverse, sacudirse, crece. Y ya es tanto lo que crece que mi cerebro no le permite seguir siéndo caracol, entonces le da forma humana. Es un sujeto algo viejo, calvo, con una mirada que si pensabas que era serena, entonces te calmaba, si pensabas que era agresiva, entonces te intimidaba. Hablaba en inglés (por entropía, al fin y al cabo, como pudo haber hablado francés, pero como no entiendo el francés y si el inglés, ahí está), decía cosas básicas, como le pasaran ciertos objetos, de lo lindo que estaba el día. Algo me preguntó. Por su mirada, no pude responder. Rió burlonamente de mí, mofándose de mi incapacidad de dar una respuesta lógica. Maldito caracol. Me fui, enojado, a mi pieza. A buscar una escopeta y matarlo. No, es broma, para qué querría yo asesinarlo.
Por último, pues... No lo recuerdo. Y por más que lo recuerde, son solo imágenes sin sentido. Lo olvidé. De algo me acuerdo, pero es esa sensación que a uno le dejan sueños como esos. Recuerdo la cotidianidad, el olor a "lo burgués", la sensación de ojos hinchados, el deber poco menos moral de despertar, de que cómo se me ocurre dormir a esas horas. Como se dan cuenta, vagaba entre la realidad y la fantasía, soñándo algo que no recuerdo, pero me hace acordar de lo que he dicho. Ser distinto no es ni bueno ni malo, ni primero, ni segúndo ni último, ni mejor ni peor. Es ser diferente. Es ser una posibilidad que no se detiene ni siquiera en su máxima expresión. Y aquí podríamos empezar de nuevo. Pero no lo haré porque no te falta más que subir la pantalla y leer lo de arriba.

* * * (y por entropía, una más, porque por qué tienen que ser solo tres asteriscos lo que indican "FIN", ¿será por las letras de la palabra?)*

Dedicado a las tardes de verano donde no queda más que dejarse dormir, pues ya se ha hecho de todo; se ha estado triste y feliz, alegre y apenado, terrenal y filósofo, enfermo y sano, rodeado de gente y absolutamente solo, muerto de calor y muerto de frío, con el estómago completamente lleno y otras veces rogándo por algo de pan, aquí y allá a lo lejos, en el cielo y en el infierno, en cada uno de los tres puntos de los triángulos.
pd: Extrañaba ya las lluvias de ideas, y las lluvias tambien, pero hoy no ha llovido.

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