Lluvia de/e ideas

Sería fácil ser uno lleno de ficheros llenos de pelotitas de plástico amarillas con ratones dentro. Mezclarlos de vez en cuando, ver cómo juegan, cómo crecen, cómo se comportan los desgraciados, condenados a estar en el interior de cada cuál. Tan hipócrita, tan desconectado, tan inconciente... Llegar al liceo, sentarse, decir "Presente Profesor/a", pasearse por los pasillos, imaginar, planear, soñar, tomar un bus, irse a su casa, y así y así. Tan desdichadamente burgués. Tan solo imaginarlo, me aburro. Tan adecuadamente adaptado a un sistema que ni siquiera me gusta. Decir "Si", "No", "Nulo", " " "jashdaspfu dsa", o simplemente ausentarse, con cada una de las consecuencias que aquel acto adopta. Tan normal para ver la tele, ver que mil personas murieron de hambre hoy, que una maldita enfermedad tirada por quizá quién para quizá qué propósito. Porque eso de qué mutó, dense cuenta que nadie se la cree. Ver un grupo de hipócritas -al igual que uno- que se pelean por ser el mejor postor para ganar una raya sobre otra, una pareja de sensacionalístas peleando por quien dice la palabra "homicidio" primero. Ver que poco menos te dicen "¡Cómprame, con un demonio, maldito enfermo subnormal, cómprame! No me necesitas pero yo quiero dinero, no importa si me tengo que prostituir por él!". Ver que te invaden con porquería raggetonera todo el santo día, construyéndo y construyéndo ese muro de más porquería dentro de tu cabeza, contándo los días de tu intelecto. Ver que te enfocan el "modelo a seguir", y si te sales de él, pues mal por tí, morirás solo, triste y abandonado. Ver que tienes que ser así y azá, de ésto y de lo otro. Ver que no importas, que tu reflejo desaparece del vidrio de la tele al encenderla, desaparece por completo, dando lugar a rayos de luz que invadirán tus miodesopsias por las siguientes dos o tres horas, depende de cuánto aguantes.
No se puede vivir así. Sin criticar, sin preguntar "por qué", sin llegar atrasado, sin salirse de la línea, ni una travesura siquiera, sin ni un "no sé" o "va a tocar" en medio del silencio de la sala, sin caminar hacia atrás toda una cuadra. Es que somos niños reprimidos que crecimos demasiado rápido, adaptándonos rápidamente en un país que muy rápido se adaptaba al sistema capitalísta imperante. Niños que, como niños, buscan, juegan, escarban, se ensucian, se caen, lloran, como niños que son. Nadie les enseñó a canalizar todo eso, que existía algo que se llamaba "arte" para el bien de la humanidad y para la correcta forma de expresiones, de sentimientos reprimidos, de ese "darse cuenta" prematuro e infantil.
Ahora bien, lo que pasa es que ya el que piensa así es "seul contre tous", un bicho raro, invasor del organismo neoliberal democrático. El que piensa así es drogadicto, satánico, malpensado, homosexual, pervertido, "un maldito y nada más". El que piensa así no merece vivir. Y creanme, el que piensa así de veras cree a veces que no merece vivir, un pensamiento que surge desde el interior propio de cada cuál, vencido, abatido, derrotado frente al "black octopus" negro y malnacido. Las pelotitas amarillas cayéndo, derribándose, y los ratones escapándo desordenados, en pares, grupos, comiéndose, canibalizándose, deteriorándose, despedazándose y haciendo una representación intelectual del infierno racional.
Es que el darse cuenta de que lo que haces es inútil, es inconciente, es ser un zombie más, un "conectado a la matrix", al sistema, a la máquina, un ser que no sabe siquiera de donde vino la ropa que usa, ni de qué país, ni de cuánta energía se gastó para hacerlo. Un ser que no hace nada por el bien de los demás, adaptado psicológicamente para ganar dinero, servir al Estado, responder 150 preguntas en cuatro horas cuarenta y cinco minutos, que debe ser de esta forma, que debe usar tal ropa, que debe usar tal marca, que debe tener internet, que debe tener alimento, que debe tener techo, que debe tener su propia pieza, su propio celular, sus propios discos, sus películas, sus juegos de computador, su colección de algo, su mascota, su salud dental, su contextura física, un ideal errado y más ocasional de lo que uno lo cree, algo practicamente inexistente e incompatible con la vida real y racional de cada ser.
La cosa no estar en ser o no ser, está en darte cuenta, independiente de si eres o no, darte cuenta de lo que eres y lo que no eres, de lo que haces y lo que no, de dónde viene el diner -aunque sean 30 pesos- que tienes en los bolsillos, y que por supuesto, más de la mitad del mundo está impensablemente lejos de alcanzar ese "ideal", capitalísta, negro, malparido y totalitario en que vivimos.
Nada, en absoluto, es como lo piensas la primera vez. Si lo piensas dos, tres, diez, cuarenta veces, tampoco acertarás. Necesitarás de incluír lo que ves a tí mismo y verlo repetidas veces con los ojos de tu corazón, con tu "tercer ojo", para poder sacar la verdad absoluta de lo que ves. No hay otra manera.

Comentarios