Literatura frikeada


"Resignación"

A veces pienso. Creo tener en mis manos, por tan solo un segundo, esa verdad que desearíamos que estuviese en medio de nosotros. Todo el tiempo. Ver en colores. Tomar el camino. Aunque es difícil estando cegado por la vanalidad de la vida, inundado por sentimientos y sombras esquizofrénicas asaltandote en cada esquina del centro, escapando del frío tras el espectro coloidal zurcando el aire. Y las cosas cambian. Los semáforos cambian. El fuego te inunda el corazón. Es tan jodidamente difícil ver la verdad dando malditos botes por el mundo, creyendo con esa estúpida inmadurez de que en cada momento te pierdes algo. Ese ilusionismo pasajero y aniñado un día se va. Y te da rabia contra todos los demás. Y es difícil tomar la desición de nadar o no el espiral estando cegado por todo eso; una tardía que toma demasiado tiempo antes de desaparecer, para luego desdicharte con la ida del bus de las siete veinte. Ves a los demás siendo humanos, actuando como esa gran poblacion de animales "racionales", trabajando, quejándose, amándo y llorando de esa forma en que tu jamás podras hacer, y la única solución es aceptar esa cuenta regresiva que te consume todos los santos días, y no se cura con estar con esos humanos, en situaciones buenas o malas, ni se va con el pasar del tiempo, y es dañina aunque signifique tu crecimiento. No es porque hagan cosas malas, es que ambas, malas y buenas te harán daño y acelerarán ese reloj hasta el fondo del vaso y tu universo explotará. Porque el clima está raro. La solución es resignarse, es dejarse caer al fondo del pozo y hacerlo desaparecer. Y los colores de las aureoras boreales te inundaran de felicidad pasajera y oniricidad transeúnte, ese naranjo malicioso que verás con esos ojos restringidos e indignos será lo último antes de quedarte ciego. Habitar en las sombras, ignorar su danza, aunque te queme el corazón, aunque destroze tu piel con pavimentados abrazos, aunque te enferme hasta el extremo de inmovilizarte por horas de horas y días de días. Es esa prisión y esas cadenas que son indestructibles porque no existen, es el mal invisible, el desgraciado color negro del espiral cromático, esa mancha que es tu sentencia de muerte, tu enfermedad terminal, tu final inevitable.

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