La noche más oscura del alma (parte 2)


De "El bombero de La Serena" (en progreso), abril 2015.

-Alex, como estai?
-Bien, bien, jefe.
-Llegaste temprano
-Es que quiero salir ya, haha
-Jaja, bueno, cualquier escusa pa llegar temprano es buena. Te va a tocar la puerta con el Jabalí, el Marco y los cabros del Riquelme, vale?
-Ya
-Va a haber caleta de gente, muchos weones curaos, harto movimiento.
-Si
-Tu muela. El Riquelme ta de jefe así que cualquier cosa a él.
-Ya, jefe.
Me pongo la muela. Tirito un poco aún. Ojalá las gotas hayan servido. Me paso el revés del dedo por la naríz. Así empieza la noche, terminando el sol de esconderse. Hace calor. 31 de diciembre y son las 8 de la tarde. Aquí se quedan trabajando los que no viven ese ciclo de vida. Los demonios de Satán. Y los que vienen no son más que gente que busca divertirse un rato, pobres weones que vienen a buscar minas, y los tipos "peligrosos", los que andan en la mala. Los que vienen a vender droga, los pseudo-cuarteles que ahora invaden Santiago. Sus artificios pagan todos nuestros vicios. No me iré hasta las 6 de la mañana, probablemente con más plata de la que ganaría en un trabajo justo y claramente con más droga de la que obtendría teniendo un trabajo honesto.
-Alex, te vas a quedar atrás con el Jabalí. Los nuevos que registren y pidan documentos.
-Ok.
La noche comienza, la música empieza a bombardear y llega más y más gente. Algunos ebrios, otros volados, otros serios buscándo la embriaguez y las drogas. La encontrarán aquí. Y después nosotros sacaremos sus restos.
-Hola. Necesito ver la cartera.
Registro a la gente, Jabalí me copia. Él me reclutó por primera vez, es como mi hermano mayor. Veo una cartera por dentro, una chaqueta abierta de un tipo. Más y más gente. No pasará hasta al menos las una de la mañana.
-Y qué vas a hacer después?
-Llamar a la Tania. Hay algo donde Javier.
-Seguís con la Tania?
-Si, por qué?
-Ustedes se arreglan en la cama?
-Mhhh, pa qué otra wea va a ser compremeterse...?
-A mi edad weon... igual te cambia el panorama...
-Pero seguís aquí po weon.
-Puta, es lo que sé hacer. Además, la paga no es mala.
-No, haha.
-La Anita está embarazada weon...
-En serio? Felicidades compadre.
-Me lo dijo hoy día, antes de que viniera pa acá weon.
-...
-Igual no me lo esperaba weon, me pilló volando bajo.
-Por? qué wea le dijiste?
-No le dije mucho... Se enojó un poco. Me siento mal ahora.
-Puta weon, igual la media noticia. Cuando la veai de nuevo le decis po.
-La quiero harto weon. Pero no me veo siendo padre. No me veía siendo papá weon. Ahora va a tener que ser nomás weon.
-Al menos tenís pega weon. Tranquilo loco, vai a salir adelante. Me criaste a mí po weon, y eso que yo salí revoltoso.
-Haha. La quiero caleta weon.
-Felicidades weon.
-Gracias.
-Yo no sé qué wea haría si la Tania queda embarazada.
-Puta si van pa los 3 años ya?, sería raro ahora weon.
-A menos que me quiera atrapar.
-...
-No sabría ni siquiera si es mío weon.
-Chucha, ese corte?
-No están nada la cosas muy buenas en el paraíso, jefe.
En la muela susurran:"Alex porfa anda a ayudar a los nuevos, tienen caleta de gente".
-El deber llama?
Voy y me encuentro con manadas de personas que buscan entrar antes de las 12. Me pongo serio. La coca está bajando, pero aún dura. Estoy en la etapa del trabao. Me pongo serio. Llega un auto blanco, un Lexus. Se baja el Micky. Justo ahora que está lleno. Micky de mierda weon, siempre la ha sabido hacer. Va directo hacia mí, mientras sus dos gorilas empujan a la gente.
-Como estay Alex?
Me abraza.
-Micky.
-Y el Jabalí no está contigo?
-Adentro.
-Y mis muchachas?
-Adentro también.
-Riquelme, cierto?
-Si.
No sé cómo lo supo. A Riquelme lo asignaron hoy día mismo. Me abraza y me pone algo en el bolsillo.
-Un gusto po Alex, feliz año. Que sea próspero, ah?
-Igualmente.
-Pa que tan serio po?
Me da una palmada en el brazo. Sigo revisando a la gente. 11.35 y meto la mano al bolsillo. Un paquete cuadrado. En peso, como 10 gramos. Este weon va a hacer algo hoy día. Está lo mío y lo del Jabalí, supongo. Riquelme que se vaya a la mierda. La ansiedad me come las manos. Llega menos gente. Voy a la garita, ya no aguanto más. Abro el paquete en el bolsillo. Unto el dedo mientras camino, y lo pongo en mi encía. Se adormece casi inmediatamente. Es calidad. Algo va a pasar hoy día. Un remordimiento ataca mi corazón. En la garita hay un velador que usan de escritorio. En un cajón tiene un espejo. Pongo un poco en la parte de abajo de mi pulgar, por el revés de la mano. Sólo una pequeña cantidad.

Inhalo, inhalo fuerte.

Arde mi cerebro.

Led Zeppelin.

Mi hermano adoptivo, Chicho, escucha Led Zeppelin, siempre.

A veces lo escucha conmigo.

Algo me trata de decir.

Es una ventana de unos 2 o 3 segundos, donde veo mi futuro. La culpa se ahoga en esta coca de alta calidad, que viene de los barrios altos, que llega en los barcos para que otros weones se ensucien las manos. Para que la guarden en paquetes chicos, recorten, revendan. La rebajen con mierdas en las poblas. La distribuyan. Un par de puñaladas allá en las poblas. Antes de eso llegó a Micky. Y luego entra a mi sangre. Quizá ha puesto mis ojos rojos. La dejo en el cajón. Lo cierro y dejo el espejo sobre él. No hay rastro. El crímen perfecto. Le digo a Jabalí en la oreja, que su regalo está en el cajón. Yo no lo necesito. Tengo de sobra en mi departamento. Mis manos se sienten bien. Mis pies también. No hay hambre. No hay sueño. Hay un revólver cargado en mi cabeza, apuntando a quien miro. A estos desgraciados que vienen a este lugar de mierda, a este antro cuico, a puro webiar. Feliz año nuevo, conchesumadre, otro año en este trabajo.
-Aquí estai conchetumare.
Un botellazo revienta en mi cabeza. Veo el vidrio, cayendo por mis hombros, lentamente, sonando, gritos de minas, brazos alejando a la gente de mí como si supieran que voy a explotar. Los veo alejándose, casi no participo, miro atrás y por la calle vienen llegando como 10 o 15 weones, pelaos, con cadenas y weas. La muela grita como si me estuvieran transmitiendo desde el espacio. Reconozco al que tiró la botella. Debe ser él. El loco que andaba cuando a su hermano, dos meses atrás, curao me empezó a joder y yo me enojé. Fue mucho. Qué weá quieren que haga. Le mandé un sólo combo. Uno sólo. Con mi derecha. La derecha que le dicen la "saca-mandíbulas". La última vez que lo ví, lo arrastraba este weon que me tiró la botella, iba llorando, con la cara desfigurada, su mandíbula casi en 45°. Jabalí me dijo que se iban a vengar. Me la puedo, le dije. Que se vayan a la mierda.
La muela grita y aulla, se acopla y se corta, Jabalí salta delante mío y empieza a gritar, dar órdenes.
-¡Váyanse giles culiaos antes que les saquemos la mierda!
-Son 15, Jabalí, weon...
Las palabras me salen despacio, estoy atrapado dentro de mí. El mareo me impide hacer nada. Llegan los cabros del Riquelme, a mí se me ocurre una idea. Estoy a unos 7 u 8 pasos del cajón, del tesoro mágico escondido por ahi. Me muevo, algo me dice Jabalí, sigo moviendome, 3, 2, 1. Con una presición única, no saco el paquete del cajón, pongo una cantidad bestial en mi mano. Hay una lapicera en el cajón, la rompo y tiro la tinta. Adentro, bien adentro en mi naríz, seguro de mi mismo. Uno hace lo que sea por el golpe en la mente de las drogas mágicas, uno sabe ser cirujano a veces, sólo para sentir el ascenso brutal, para sentirse invencible, Popeye y sus espinacas. Me miro en el espejo, cae sangre por mi oreja derecha.
Salgo de la garita en el momento donde un cuchillo erra el estómago de Jabalí, su reflejo boxeador lo salva. Corro y comienzo a batallar, no recuerdo mucho, lanzo combos, uno, dos, tres. Siento cadenazos, patadas, soy imparable. Esquivo una puñalada, tomo el brazo y escucho el "crack" cuando lo golpeo con la rodilla, el cuchillo cae, golpeo con la mano abierta en la cara, su naríz explota en sangre. Me patean la pierna por detrás, me llega un segundo botellazo en la cabeza, la botella no se rompe, giro agachado y me arrojo sobre el sujeto, me arrodillo en el suelo y lo golpeo dos veces, una con cada mano. Me golpean la espalda con una cadena, estiro los hombros por reflejo, me levanto apenas, llega otro sujeto y me apuñala en el costado derecho. Antes de la segunda puñalada, tomo su mano erróneamente y me corto con el cuchillo en la palma. Doy un golpe con la izquierda en su cara en el momento que recibo el segundo cadenazo en la espalda. Me doy vuelta demasiado lento, y por reflejo, el tercer cadenazo llega a mi brazo izquierdo, se enreda la cadena, la tomo y la tiro contra mí, arrojo una patada al tórax y un golpe cerrado con la mano a su hombro. Siento otra puñalada en la espalda, abajo, cerca de un riñón, la droga me hace no sentirlo, me anestesia y me doy vuelta, atrapo su mano, esta vez bien, y como no me responde el brazo derecho, cabezeo con todas mis fuerzas al sujeto, que cae al suelo, sangrando. Un resplandor ilumina la calle frente a mí. Luego el trueno, fuerte, me deja sordo. Aún me puedo mover, pienso, miro hacia adelante corro y le quito el arma, suena el segundo disparo, lo escucho rebotar en el suelo, embisto al sujeto agarrando su brazo, cae y se disloca el hombro, con la rodilla vuelvo a escuchar otro "clack", y un grito, que silencio con un golpe seco en la frente, y su cabeza se azota contra el pavimento. Ya no me puedo parar, me debilito rápido, me siento en la acera. Hay 6 sujetos en el suelo, Jabalí se ha cargado a 4, y los 5 restantes corren por la calle, alejándose de la escena. Gritos de minas y gritos en la muela, levanto el brazo lentamente y me la saco de la oreja. Aún siento el golpe de la droga, aún sigo acelerado. Siento el pantalón mojado, pienso que me pude haber cagado. No. Es sangre. Muy roja. Oscura. Hay un charco resbaloso que crece en mi culo, sentado en la acera. Jabalí tiene una puñalada en un brazo, grita y maldice. Yo comienzo a alejarme de mí mismo. Aún siento el golpe de la droga, aún sigo acelerado. Llega Riquelme, algo me dice, no entiendo, probablemente algo de una ambulancia. Sus cabros están atrás, cagados de miedo, temblando. Jabalí llega y me cachetea la cara. "¡No te me vayai weon! ¡No te me vayai weon!". Respirar trae consigo un dolor fuerte en mi estómago, en mi espalda. Aún siento el golpe de la droga, aún sigo acelerado. Me reviso y veo el disparo en mi pierna, justo donde apoyé mi mano. Presiono la herida. No puedo. Mi brazo no obedece. Me desplomo hacia adelante, luego hacia el lado. Sigo consciente. Sigo escuchando. La música de la disco. El brillo de sus luces. Naranjo, el color de la calle, allá lejos. Felíz año nuevo, conchetumare. Nunca me había sentido tan cansado. Aún siento el golpe de la droga, aún sigo acelerado. Alguien me mueve, me levanta. Jabalí sigue gritando. Chicho me mostró a Led Zeppelin una vez en la casa, cuando éramos chicos. Su papá me adoptó. Me sacó del orfanato. ¿Para esto? Luego se murió. ¿Ahora me moriré yo? ¿Me sacó del orfanato para que pudiera morir como él? No. Yo me crié en la calle, ¿entonces en la calle moriré? Oh, deja que el sol me dé en la cara, estrellas que llenen mis sueños. Llega la ambulancia, me toman, apenas me pueden porque soy muy grande, soy muy imparable. Luché bien. Sigo vivo. Aún siento el golpe de la droga, aún sigo acelerado. Me cuesta respirar. Miro a Jabalí. Me estiran en una camilla, y siento como si me arrancaran las vísceras, un dolor frío en las puñaladas y en el balazo. Agonizo. Me desangro. Todo lo que veo se vuelve café, mientras el sol quema el suelo. El sol es la luz de la ambulancia, paramédicos agitados, más asustados que yo. Yo estaría calmo, si no fuera por la droga. Me quiero desmayar, me quiero rendir. Es suficiente. Quiero verte, padre de los cuatro vientos, papá adoptivo, papá de Chicho, no mi papá propio. Aún siento el golpe de la droga, aún sigo acelerado. La ambulancia parte. Siento su velocidad. Cuando dejo de sentir el golpe de la droga, todo se va a negro. Y quizás yo no vuelva nunca más.

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