Fantasma


De "La noche más oscura del alma"

J.
No lo he podido ver de nuevo. Le mandé un mensaje por el facebook, pero parece que no tiene internet. No lo ha visto, ni se ha conectado en harto tiempo. No me da hablarle al Héctor y preguntarle por él. A veces paso por el mall, pero no lo veo. Nunca lo veo. Algo escuché a la Dani decir una vez, de que no trabajaban en público todos los días. Parece que nunca le achunto a los horarios.
No sé por qué quiero verlo de nuevo. Es obvio que es hetero. No voy a lograr nada. Pero no sé... parecía ser alguien con quien valía la pena hablar. No había tenido eso en un montón de rato...
Hablar. Solo hablar. Está bueno, sí, pero no sé, es obvio que no va a pasar nada. Nunca joteo. No sé jotear. Mi forma de acercarme es como amigo, siempre. Además, si me saca la chucha...
Igual, no tengo ni un brillo... A qué lo voy a invitar, ¿a una chela? ¿A fumar weed? ¿Fumará weed? Adónde la vi, con cueva tengo plata pa’ comer. Quizás debería olvidarme, no más. No vale la pena.
No. No vale la pena. Además, no me importa quedarme solo. Ya llevo solo cualquier rato. A veces me da la depre, pero en general siento que voy mejorando. Aunque, no sé qué va pasar conmigo. Cuando no estoy depre, en realidad estoy ignorando un montón de problemas que no sé cómo abordar. Y no sé cómo salir de aquí. Mi estilo de vida, de la casa a la pega, de la pega a la casa, me impide conocer gente. Será por eso que pienso tanto en cómo poder verlo de nuevo.


A. 
Sentí que toda mi locura tenía fundamento. Por fin un weón pensaba como yo. Pero, cómo lo logró. Cómo logró darle tanto fundamento. Ver y analizar tanta cosa a esa edad. A esa edad yo estaba meta jalar y nada más. No me importaba esta mierda. Siento que está como adelantado a su época. O en volá, estamos los dos igual de locos, y el sólo está más loco que yo.
Es una manipulación mental, me dijo. Los demás están sufriendo una manipulación mental, y yo me doy cuenta y él igual. Lo que me cae mal de ellos es lo que dijo él, que no aceptan que existen otras formas de llevar una vida. Que no creen. Que les lavaron el cerebro y se dejaron vencer súper rápido. Nos da rabia eso. Si es que a él lo impulso la rabia a saber todo lo que sabe, chucha, weón... qué ganas de ser así. Qué ganas de preguntarle si estamos locos o no.
Quiero verlo de nuevo. Pero, no sé, no me da preguntarle al Héctor. Siento que no vale la pena. Quizás me estoy llevando una falsa impresión, no más, le estoy dando mucho color. La gente siempre dice y declara weás que al final no son. O lo voy a asustar. A cualquier persona que quiera ver en verdad la asustaría. La gente se me acerca, pero yo no me acerco a ellos. Nunca lo he hecho. Quizá debería hacerle caso al Chicho y, no sé, invitarlo a una chela o algo.
Me compré un teléfono. No estaba acostumbrado a no tener vicios, y empecé a acumular un montón de plata. Supongo que, si establezco alguna especie de conexión, podré verlo de nuevo. Tiene internet. Me doy cuenta de que me ha estado mandando mensajes.
“Hola hermano. Juntemonos pa una chela con los cabros. Me avisas cuando puedes”. Ojalá responda.


J.
¿De qué mierda hablo? Es obvio que quiere juntarse conmigo por el discurso que me mandé. Quiere una conversación filosófica. Me encantan esas conversaciones. Mi corazón se me va salir por la boca cuando pienso eso. No quiero asustarlo. Qué pasa si se lo toma en serio. O no me cree. O quiere juntarse conmigo porque le caí bien y no tiene más amigos no más. Me estoy pasando demasiados rollos. Sí. Debería ser quien soy, no más. Eso hice la última vez y resultó.
Toco la puerta y me abre el Héctor. Me abraza, siempre me abraza ahora cuando me ve, harto rato. Están los chiquillos adentro. El Davi igual. Dejo las chelas en la mesa cuando los termino de saludar a todos. El Felipe sube el volumen de la música y prende un caño.
-Weón, hace cualquieeeeer tiempo que no nos jutábamos a vacilar todos, weón.
-Ya, na’a con ponerse melancólicos, que el primer weón que se ponga a llorar, lo echamos cagando pa’ afuera—el Héctor nos apunta a todos.
-Jaja—todos nos reímos.
Ya habían pasado dos latas de cerveza, cuando Héctor saca su teléfono y nos dice que Alex no viene. Me sentí mal. Traté de no darle color, me concentré en lo que estaban conversando los chicos. Me tomó un rato que se me pasara la mala sensación.


A.
Creo que las cagué. No me van a pescar estos locos ahora. Me di color. Cómo se me pudo olvidar que tenía turno. Menos mal revisé. Me echan de la pega y ahí sí que cago.
Le mandé un mensaje, pero no lo ha visto. Si no me pesca, creo que iré a ver al Chicho. Quiero verlo. Sé que no me va a ayudar mucho, pero siento que se lo debo. Al menos, alguna vez tengo que viajar a verlo.
Me contestó. Me dijo que podemos almorzar este finde, algún día. Qué bien que no es algo con tanto vicio. Como que no quiero salir a carretear todavía.
Le dije que el domingo. Ahí no trabajo.


J.
No sé por qué chucha me siento tan mal. Siento que nada tiene sentido, que el futuro de todos es una mierda. Todos están mintiendo. Cómo mierda se pueden convencer tanto de que la realidad que viven es real. Que no se los están cagando. Que no son esclavos. Cómo mierda están tan bien, cómo están tan tranquilos. Cómo pueden seguir el juego, y querer escalar, y olvidarse de cosas que incluso ellos hicieron, cuando chicos, contra la máquina. Yo los ví tirarle piedras a los engranajes del sistema culiao, pero como que se les olvidó.
Nada tiene sentido, yo no tengo sentido. Quiero morirme...
De verdad, quiero morirme...
Quizá es porque vi al Davi el otro día... no sé.
Creo que...
me voy...
a dormir...
un rato...


A.
Na’, no está ni ahí conmigo. No me convenció mucho el “Ya.” que me mandó como respuesta. Quizás le pasó algo. Quizás no pudo, como yo. Le pasó lo mismo que a mí, quizás. Me lo merezco entonces. Puta la weá...
Nunca voy a saber si estoy loco de verdad o no.
Me voy a mi casa caminando. Está un poco helado. Hace harto frío aquí, esta ciudad es re helada. ¿Habrán vivido cabros chicos como yo en esta ciudad? ¿Habrán podido vivir en la calle?
Me siento tremendamente solo caminando por la plaza. Pensé que caminar me haría mejor, pero hace mucho frío. Tomo un taxi y me voy a mi casa. La casa igual está helada. Ahora tengo hambre, frío y me siento solo. Puta la weá...
Me da flojera cocinar. Y lavar. Así que salgo, mejor me compro algo para comer por ahí.


J.
Parece que lo que fuera que pudiera haber pasado, no estaba destinado a ocurrir. Y no pasó. Todo se quedó en mi cabeza, quizás estaba ahí, no más. No sé qué hacer ahora. Es como que por un rato fue entretenido andar persiguiendo esa conversación. A la mierda ahora.
Lo único que queda soy yo y esta oscuridad culiá. Siempre. Y mis patas llevándome para mi casa. Me pongo gafas porque no quiero ver a nadie.
-¡Juancho!—alguien me grita desde al lado.


A.
-¿Alex?
Se acerca lentamente.
-Buenas gafas, weón.
-...
Se sienta al lado. Está serio.
-¿Qué pasó el otro día?
-...—se queda pegado—perdón. Es que... no pude ir.
-...
-...
-Está bien. Yo hice la misma la otra vez.
-...es que... tengo problemas.
-¿En serio? ¿Qué pasa?
-...—la piensa un rato—Pura mierda depresiva, weón... no vale la pena hablar de eso.
-Ya. Tranquilo. Te entiendo.
-Perdón, weón. Pero ahora tengo tiempo.
-¿La dura? Yo igual.
-¿Y qué hacemos?
-Yo estoy muerto de hambre. Salí de la pega recién y me senté aquí porque no me quería ir a mi casa todavía.
-Podemos ir a comer por ahí.
-Mmm...
-O a mi casa. Podemos fumar ahí igual...
-Es que... cualquier cosa a la que me invites o cocines en tu casa, no va a ser suficiente pa’ mí, weón, en serio, estoy caga’o de hambre, y mi casa está llena de comida. Además, vivo aquí a la vuelta. ¿Tú a’ónde viví’?
-Más lejos.
-Ah...—no dice nada más—Jaja...
-Qué pasa.
-Vamos.


J.
-Quiero matarme, hermano.
Me mira como extrañado.
-Nah’, weón, no digai eso...—termina de tragar la comida—Si tú te morí’, ellos ganan.
-Ellos ya ganaron, weón. No tiene ni’un puto sentido toda esta mierda... O no sé, weón. Perdón por compartir esta weá. No quiero arrastrarte a pensar como yo.
-Nah’, yo no pienso como tú.
-...
-Tú querí’ rendirte. Veí’ que nada tiene sentí’o y esa weá te afecta. Te enfermaste por la wea. Si ya ganaron y no podí’ cambiarle el sentido a las weás... ¿pa’ qué te urgí’ tanto entonce’, ‘mano?
-Siento que no pue’o soportarlo.
-A mí me molesta también.
-...
-Eso que dijiste el otro día... Pa’ tí quizá no es tanto porque ya sabí’ esa weá. Pero yo no la sabía. Lo sentía, pero... no creo que jamás pueda expresar mi rabia así tan bien con palabras como tú, hermano.
-A eso iba, weón. A que... cuando cuento eso, puedo sonar como... desesperanzador, no sé.
-‘Uta sí, jaja. Lo es.
-¿Por qué estai tan bien con eso tú, entonces?
-¿Qué?
-Que si sentí’ la misma rabia que yo, cómo podí’ ‘tar tan bien con todo esto. ¿No te ‘an ganas de pelear por algo? ¿O de cambiar algo?
-¿Y qué voy’a hacer, weón? ¿Poner una bomba? Jaja. Tú mismo dijiste que ya ganaron, que no hay ná’ que hacer.
-¿Entonces cómo seguir viviendo?
Mastica mirándome, se toma su tiempo. No lo había mirado fijo a los ojos como ahora. Se siente como familiar, como que de alguna forma puedo confiar en él. Es mayor que yo y se le nota caleta.
-...puta, no sé. Yo no sé qué hago viviendo.
-Eso es lo último que me dicen mis amigos. Siempre. Hasta ahí llega esta discusión filosófica-depresiva. Esa es la gran conclusión, weón, siempre...
-Weón, vo’ erí’ uno de los weones má’ inteligentes con los que he habla’o en to’a mi vida y vo’ no cachai qué hacer. Qué que’a pa’l resto ‘e los weones.
-¿Cómo mierda ‘tar tan bien? ¿Cómo ser feliz?
-Mhm... si es felicidad lo que estai persiguiendo, guacho... ‘tai mal.
-¿Qué?
-La felicidá culiá e’ un fantasma. To’os juran que la han visto alguna vez...
-¿Y existe?
-Pff, no sé, ¿existen los fantasmas? No porque quiera encontrarme con mis... seres queridos... voy’a pasarme la vida persiguiendo fantasmas. No vale la pena.
-Entonce’... ¿qué hací’?
-...—siguió comiendo—Nada, supongo...
-¿No vale la pena perseguir felicidá’?
-No. Tú vida depende de un montón de weás. Podríamos irnos los dos, así—chasquea los dedos—Y en realidad no tiene sentido, weón, si pensaste o no pensaste weás, si estabai feliz o triste... da lo mismo.
-¿Y entonces la solución es dejar de pensar?
-No, weón. Qué bien que pensai. Qué bien que me dijiste esta weá, de verdad que lo necesitaba, hermano. Pero cuando te vai en la volá de felicidad o el sentido de la vida, cagaste, weón. Sí sé que esa wea es depresiva y entiendo que no quedí’ conforme con esa “conclusión”, pero, weón, qué vai a hacer.
-...
-Tú querí’ cambiar el mundo y...
-No quiero cambiar el mundo—lo interrumpo.
-...
-Me da lo mismo el mundo culiao...
-¿Veí’? Esa es la actitú’.


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